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Hugo Sotil, “el cholo”

Publicado: 2024-12-30


El cholo Sotil representó la posición de una choledad digna y exitosa en el medio de una sociedad racista. De hecho, su figura apareció como un momento en que “lo cholo” comenzó a sentirse como lo propio ante una historia que había excluido sistemáticamente mucho de lo andino del imaginario nacional. Antes de Sotil, hay pocos cholos queridos y tan consensuales. Su identidad fue un fenómeno futbolístico y mediático. Hasta las revistas políticas lo ponían en portada. Podríamos decir que el cholo emergió como una figura pública que abrió la posibilidad de reconfigurar el imaginario de la nación de otra manera.

El cholo da cuenta de la emergencia de una identidad que interrumpió una narrativa (nacional, cultural, estética) que había querido pasar como homogénea e unívoca. El cholo, en efecto, desorganizó la narrativa del país y, sin duda, del futbol peruano. Esto ocurría tanto dentro como fuera de la cancha. De hecho, los entrenadores nunca sabían bien dónde ponerlo porque era un jugador que se movía por todos lados. Era un “enganche” pero a veces corría por las puntas y, a veces, aparecía como un nueve: mediocampista, delantero, izquierda, derecha, el cholo no tenía lugar.

¿De Alianza o del Muni? La respuesta es de los dos. El cholo comenzó jugando en las divisiones menores de Alianza, pero se hizo famoso con el Muni, nada menos que en la segunda división donde se cuenta que llenaba los estadios. Hinchas de todos los equipos iban a verlo jugar mientras los estadios profesionales quedaban vacíos. El cholo siempre fue inubicable: se colocó, al mismo tiempo, dentro y fuera de todo disciplinamiento, de todo orden, de toda hegemonía.

Hoy alguien podría decir que el cholo es el precursor de los “emprendedores” pero en realidad su figura es muy diferente a la de todos ellos. Si algo caracteriza al cholo es su permanente desidentificación con cualquier mandato que intente fijarlo en un solo lugar. El cholo no es “el pobre que se vuelve rico”, sino alguien que conoce la riqueza, que la atraviesa, que mete la pata, que la parodia y que luego sigue su camino por otro lado.

Desde la ideología oficial que hoy impone el imperativo de éxito como el único camino posible en la vida, el cholo fue un “irresponsable”, alguien que desperdició lo que había conseguido. Pero, en realidad, hay otra forma de entenderlo. El cholo fue un sujeto que no se sometió a mandatos existentes. Fue alguien que no aceptó el status quo. Fue un personaje que se paseó por muchos lugares buscando siempre otro lugar.

Su vida pone en jaque todos los  imperativos, pues se desidentificó con ellos y por eso los atravesó gozando el presente. En última instancia,  el cholo tensa la modernidad: goza con ella hasta un límite y luego la dramatiza y se dramatiza. Es decir, se trata de alguien que buscó otro tipo de libertad. El cholo tuvo poder, pero muy rápidamente se alejó de él.

Quizá su vida fue la del presente mismo, la del puro presente, ese presente que de alguna manera le rehúye al pasado, pero que tampoco mira al futuro. El cholo gozaba con la pelota en la cancha. Quienes lo vimos jugar lo recordaremos (con todo el corazón) como alguien que dribleaba de una manera que nunca habíamos visto: ese crack, ese ídolo que se llevaba todo lo que venía a su paso.


Escrito por

Victor Vich

Crítico literario. Doctor Georgetown University, EEUU. Enseña en la PUCP. Ex-profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes.


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