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El gran fuego

Publicado: 2022-07-14


Esta no es una obra sobre el individuo; es una obra sobre el destino de la comunidad. Esta no es una obra sobre el mercado; es una obra sobre la naturaleza. Esta no es una obra peruana; es una obra del teatro alemán que, sin embargo, encara un problema muy presente en nuestra realidad cotidiana.

La obra inicia como un cuento de hadas, como un cuento infantil, aunque el carácter maravilloso no está dado por elementos sobrenaturales sino por la condición profundamente orgánica de la vida comunitaria. Poco a poco, y sin embargo, dicha condición se irá desestructurando cada vez más. No se trata solo de relaciones interpersonales que se deterioran, de envidias entre unos y otros, de competencias racistas que se van instalando en el imaginario de las comunidades, sino también de verdaderas transformaciones naturales que comienzan a afectar más la vida de las personas y que las insertan en callejones sin salida ante sí mismos y ante los demás.

Es claro que hoy vivimos tiempos de pasividad política. Estamos agotados de la permanente decepción de cada nuevo gobernante, pero también de un desquiciado sistema económico que ha perdido toda idea de comunidad, del bien común y de lo justo. Como ya hemos perdido confianza en toda posibilidad de cambiarlo, hemos optado por transferirle toda nuestra agencia a los fenómenos naturales. A diferencia de muchos de los relatos que Hollywood produce sobre el fin del mundo, en esta obra, el cambio ecológico no viene a salvar a la humanidad (a hacerla más consciente, más autocrítica) sino que es el encargado de instaurar un final.

Escrita por Roland Schimmelpfenning, dirigida por Fiorella Díaz y Jorge Villanueva, y apoyada (hecho que celebramos) por el instituto Goethe, la puesta en escena acierta con un escenario mínimo y con escasos recursos que, sin embargo, adquieren una gran belleza visual. Con sumo oficio, el elenco sincroniza sus movimientos en conjunto y la representación de instantes humanos que estos proponen –la eternidad de cada uno de ellos–se despliega con intensidad.

La función real del teatro –dice Badiou– es orientarnos en el tiempo: decirnos dónde nos hallamos en el devenir de un viejo transcurso. Esta es una obra sobre la historia humana. Esta es una obra sobre nuestro presente, sobre el gran fuego –esa catástrofe– que día a día, hoy, no deja de caer sobre nosotros.


Escrito por

Victor Vich

Crítico literario. Doctor Georgetown University, EEUU. Enseña en la PUCP. Ex-profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes.


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