ya acabó su novela

Esplendor de la poesía

Publicado: 2020-10-04


En el medio de la vida plana, en el medio de una nueva forma de explotación laboral (sin feriados), vale decir, del trabajo ininterrumpido y de la falta de intersticios, bajo la reiteración de profundas decepciones (de la clase política, de buena parte de la prensa, de los empresarios, de nosotros mismos) la poesía peruana se hace presente como lo ha hecho siempre: en tono menor, con voz baja, para interrumpir la inercia de lo dado, para colocar decisivas imágenes a través de circuitos situados más allá de todo intento de protagonismo estéril. “Fundación” es el nuevo poemario de Lorenzo Helguero. Es el nombre de un libro que conviene celebrar.

Esta palabra nombra la posibilidad de inaugurar algo nuevo. Lo nuevo, sin embargo, no niega a lo viejo sino que se constituye desde su interior. Desde su primer libro, Helguero demostró que la escritura de sonetos sigue siendo posible en nuestra literatura. En este caso, el experimento vuelve a mostrarse ante un presente sin novedad. Con sus octosílabos indefinidos y sus rimas variables, el romance ha sido la forma elegida para desplegar no solo un virtuosismo admirable sino una mítica visión de la historia humana, del presente, de la vida personal, de la creación poética y del propio lenguaje como dispositivo central en la estructuración de la realidad. La densidad simbólica que estos poemas traen consigo, las múltiples resonancias que sus figuras activan, nos colocan ante la experiencia más intensa de la literatura, ante el verdadero esplendor de fenómeno poético. Ya consagrado, Helguero se consagra nuevamente con estos quince poemas.

Destrucción y construcción, decepción y origen, desengaño profundo pero fundación finalmente, son los polos en los que el universo simbólico desde este libro ha optado por moverse. Las nuevas imágenes retornan a través de viejas montañas  para mostrar un presente solo cargado de azufre y de sal. Las viejas imágenes (de múltiples poetas y poemas) vuelven a hacerse presentes para constatar el deterioro de la vida compartida (palabras hechas cenizas/vocales y desconsuelos) pero también para anunciar que la música resiste y que siempre busca invadirlo todo.

“Que la lluvia desenrede los nudos de la tormenta” dice un verso agotado ante el fracaso de la cultura humana. Que sangre la sal, que los rosales del misterio retornen a la vida, dicen otros intentando neutralizar toda visión apocalíptica. Por eso, el título del libro. Edad de piedra, edad de bronce, palabras somos. Buena parte de la historia humana se encuentra resumida ahí. Desde el materialismo histórico hasta el giro lingüístico. Digamos que la visión utópica no surge como mundo paralelo sino como un tejido situado en las mismas cenizas de la decepción. Es una pura simultaneidad, una agonía o una lucha permanente. Helguero no se despide con este poemario: con un nuevo desconcierto, construye un relato fértil, siempre cargado de la rosa infinita.

Están ahí desde siempre

Las catedrales del tiempo

Como la voz transparentes

Labradas a puro fuego

Con rocas de inmensidad


Escrito por

Victor Vich

Crítico literario. Doctor Georgetown University, EEUU. Enseña en la PUCP. Ex-profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes.


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