Sr. Pedro Pablo Kuczynsky: 

¿Dónde se educan hoy los ciudadanos? ¿Dónde forman hoy sus hábitos de vivir y sus visiones del mundo? ¿En la escuela o en la calle? ¿En el aula o mirando la televisión, entrando a internet, escuchando la radio, leyendo los titulares, saliendo al barrio? Más allá de violencia y publicidad, ¿qué ofrecen hoy las calles peruanas? 

Estas preguntas apuntan a constatar dos hechos: por un lado, la reforma de la educación no debe estar concentrada solamente en un trabajo al interior de la escuela y, por otro, las nuevas medidas de seguridad ciudadana no servirán de nada si solo se dedican a reprimir. ¿De qué sirve meter presos a los delincuentes, si lo que hoy tenemos es una sociedad –una cultura- que sistemáticamente “produce” delincuentes? ¿De qué sirve reformular la escuela si hoy tenemos una sociedad –un mercado- que solo fomenta frivolidad? 

Las políticas culturales han estado ausentes en la campaña electoral. En realidad, todavía ni el ciudadano común, ni los periodistas, ni la clase política existente saben bien cuál es su utilidad y para qué sirven. El presidente Humala, como en muchos otros temas, ha estado perdido en este asunto. Más aún, luego de cinco años, el Ministerio de Cultura no ha sabido  producir un discurso contundente sobre su importancia. Aunque al interior del ministerio se desarrollan programas muy importantes -y hay gente muy valiosa trabajando en ellos- su discurso sigue siendo el mismo que el del viejo INC.  

Las políticas culturales no afirman que los políticos son los corruptos y los ciudadanos son honestos. Las políticas culturales constatan que vivimos en una cultura cuyos vínculos humanos están muy deteriorados y que, desde hace mucho, nos hemos vuelto una sociedad con gravísimos problemas de convivencia social. Hoy la corrupción se ha vuelto un hábito cotidiano que se practica desde los negocios más pequeños hasta los estudios de abogados más grandes. Hoy seguimos siendo una sociedad machista que cuenta con altísimos índices de violencia familiar en el continente. Hoy somos una sociedad homofóbica intolerante hacia la diversidad sexual y, sin duda, seguimos sin construir un Estado verdaderamente laico. Hoy seguimos siendo una sociedad racista llena de estereotipos y rencores. Somos hoy una sociedad sin conciencia ecológica, sin memoria histórica, una sociedad consumista donde las noticias de la farándula vergonzosamente acaparan lugares en todos –todos- los medios de comunicación. Para muchos, si algo vende todo está justificado. 

¿Sabe usted, futuro Presidente, para qué sirven las políticas culturales? El Ministerio de Cultura todavía no ha sabido explicarlo. Las políticas culturales sirven para intervenir en la “forma de vivir” de una comunidad, en los “hábitos cotidianos” de nuestra vida ordinaria. Las políticas culturales no se limitan a promover la presencia de restaurantes carísimos en las huacas del Perú. A diferencia de todos los otros ministerios que se preocupan por desarrollar solo su sector, las políticas culturales intentan intervenir en toda la sociedad, democratizar la producción cultural para ofrecerles a los ciudadanos nuevos modelos de identidad, para promover nuevos imaginarios sociales y nuevos intereses públicos para activar otras formas de  vivir en comunidad. Insisto: no se soluciona la violencia contra la mujer metiendo presos a los violadores porque lo que hoy tememos es una sociedad que produce violadores por todos lados. Las políticas culturales afirman que el machismo se combate visibilizándolo simbólicamente y ofreciendo así nuevos modelos de identidad.

¿Cómo se hace eso? Democratizando el buen cine, las exposiciones de fotos, las galerías de arte, el buen teatro, la poesía, la música y la danza, promoviendo todas las artes, activando el trabajo cultural en los barrios. Dicho en más fácil: si queremos realmente reconstruir el vínculo social, si queremos realizar una verdadera reforma educativa, no podemos privatizar la cultura (hoy los libros siguen siendo caros, el teatro es imposible de pagar, etc) sino democratizarla, promoverla intensamente, generar -por todo el país- espacios públicos (verdaderamente públicos) cargados de oferta cultural alternativa.  

Actualmente, el Ministerio de Cultura sí cuenta con un programa al respecto. Se llama “Puntos de Cultura” y es un programa que ha sido muy exitoso en muchos países. En estos cinco años, los gobiernos, sin embargo, no han sabido darle la importancia que se merece aunque ayer finalmente el congreso ha aprobado la ley. Una verdadera reforma educativa del país debería potenciar dicho programa. Hoy el presupuesto asignado a educación es casi cinco veces mayor que el de cultura. Actualmente, existen además importantísimas iniciativas promovidas desde la sociedad civil que trabajan bajo esa visión y cuyos resultados son notables. ¿Sabe usted cuáles son? Música en los barrios, cine en la calle, poesía en espacios públicos, cultura producida por todos y para todos.  

¿Tiene usted claro, Sr. PPK, qué le va a pedir a su nuevo ministro de Cultura, qué es lo que debe priorizar? ¿o todavía no lo tiene claro y no le va a decir nada y entonces todo seguirá siendo más de lo mismo? Dicen las malas lenguas que alguno en su equipo quiere fusionar turismo con cultura. ¿Es así? Si es así, eso requeriría primero un debate público pues ya sabemos bien que algunos arrebatos de Mercedes Flores Araoz generan mucho malestar y grandes enredos en las poblaciones locales. ¿En su proyecto, el turismo va a servir para financiar la cultura, es decir, los ingresos del turismo servirán para potenciar la democratización de la cultura en la calles o, al revés, servirán para terminar de convertir toda la cultura peruana en un simple negocio dedicado solo a satisfacer las demandas de los turistas y las lógicas más banales del gran capital?  

Al parecer, usted recibió una educación algo más sensible sobre la importancia que las artes y las humanidades deberían cumplir en cualquier sociedad. Usted es un tecnócrata, pero no parece ser el congresista Becerril ni el congresista Eguren. Tampoco parece ser como el señor César Acuña que ha leído muy poco los poemas de Vallejo y que parece olvidar que nuestro gran poeta era comunista y que se horrorizaría de esa universidad con su nombre. ¿Es bueno tocar flauta? ¿Es bueno tener espacios públicos para escucharla? Esto parece inútil y “poco rentable” al interior de la actual lógica de los indicadores puramente cuantificables, pero no lo es. No lo es, en realidad. ¿Las artes tienen un impacto para producir una forma sensata de vivir? No vaya a usted a hacer lo mismo que ha hecho el actual alcalde Castañeda quien ha desarticulado y destruido todo el conjunto de políticas culturales que, con tanto esfuerzo, se construyeron durante cuatro años en la capital. 

Las políticas culturales son indispensables en el Perú de hoy si queremos ir al fondo de los problemas. Ellas deben trabajar a la par de las políticas educativas, de los proyectos del ministerio del interior y de otros ámbitos. En realidad, todos los ministerios deberían tener áreas de trabajo cultural y estar articulados con los artistas y grupos culturales existentes. Es de urgente necesidad promover mejores políticas culturales si realmente queremos producir una sociedad nueva, digo, menos desigual económicamente, menos racista, menos machista, más ecológica, con políticos menos corruptos, con periodistas más informados, con abogados honestos, con empresarios que sepan defender el valor de lo público y con ciudadanos que asuman la vida con un mínimo sentido de lo justo, con un poco más de ello, al menos.