Pese a los esfuerzos de algunos pocos (Beingolea, Perez Tello, Secada,…: asu….), el PPC nunca podrá deshacerse de su estigma de ser un partido duramente conservador, y demás. Tener en sus filas al congresista Eguren no solo los desprestigia, sino que continúa desautorizándolos hacia el futuro. Es curioso: del PPC renuncian siempre muchas de sus figuras, pero el PPC pocas veces ha invitado a alguien a salir de sus filas. Si realmente quisieran ser un partido distinto, si realmente hubieran optado por salir de la mentalidad colonial que estructuró a buena parte de sus fundadores (el racismo, el machismo, por ejemplo), si realmente estuvieran dispuestos a asumir, con coraje, algo de la doctrina social de la iglesia harían bien en sugerirle al congresista Eguren que abandone el partido y que mejor trabaje, con Cipriani, de recepcionista en la Catedral de Lima.
¿Por qué los derechos de las mujeres peruanas tienen que ser decididos por un “grupito” de cinco hombres conservadores? Hay algo aquí que funciona mal en la democracia que tenemos. ¿Por qué los derechos de la comunidad LGBT tienen que estar sujetos al poder de la masculinidad homofóbica? ¿Los procedimientos de la democracia son realmente democráticos?
En los últimos días, nos escandalizamos, con razón, con la corrupción de Pepe Julio Gutiérrez (pero también de la empresa que corrompe, de la que se habla menos), pero en realidad el Congreso de la República es la imagen más degradada de la patria que tenemos. Una institución llena de delincuentes y cínicos. Una institución cuyo único -y casi principal trabajo- ha sido investigarse a sí misma. Una institución, ciertamente elegida por nosotros, pero sin verdaderas conexiones con la gente. La imagen es así: los peruanos estamos financiando a un grupo de asaltantes que se van turnando en investigarse a ellos mismos. Los peruanos estamos financiando un meta-congreso ventrílocuo.
Luego de los narcoindultos, escuchar a Velásquez Quesquén y a Mauricio Mulder poner “el grito en el cielo” por el escándalo de la fuga de Belaunde Lossio resulta un espectáculo increíble y vergonzoso. ¿Cuál es el partido político con más vínculos con el narcotráfico? ¿Cuál? Sin duda, podríamos seguir enumerando nombres y hechos. El problema, sin embargo, es que no solo hay cínicos -y demás- en este Congreso. También hay gente como el congresista Eguren: la radiografía más patética (pero más “coherente”, más “madura”, más del “PPC”) del estado de las mentalidades en nuestro país.